A veces te das cuenta, haciendo memoria, repasando hechos y releyendo escritos, que algo hiciste mal, que tu forma de actuar o pensar en cierto momento crítico en la vida de una relación, ya sea amistosa o amorosa, fue errónea y le das mil vueltas al motivo.
porque a veces actuamos tal cual nos sale de dentro, a veces las cosas llegan y tratas de adaptarte, otras veces, algunas reacciones no entran dentro de tu horquilla de opciones y te ves abrumado, atontado ante la clara visión de que lo próximo que saldrá de tu boca, o que escribirán tus manos, será una idiotez, algo fuera de lugar, algo que no te corresponde, pero será eso. no lo sabemos todo, u aún menos cuando se trata de una interacción humana en donde además de tus tropecientas visiones de como puede ir todo, se suman, o incluso se multiplican las suyas.
es curioso como llegados a este punto, las infinitas preguntas sin respuesta, esos precipicios sin fin que se cernían ante ti entonces, ahora se responden solos y te dices: ahora lo entiendo todo. Es la vida, quizás el destino, mirar hacia delante y verlo todo tan confuso, preguntarte constantemente por qué, ver como va llegando todo sin sentido y echar la vista atrás y ver que todo encaja, darte cuenta de que todo sucedió porque debía suceder así. La vida...
las decisiones tomadas con prisas, las hogueras apagadas a pisotones, las frases a medias, las escusas, las puertas mal cerradas... de golpe vuelven todas juntas golpeando contra ti, cual marea enfurecida por un movimiento sísmico o una tormenta espeluznante o un viento arrollador, y tu estás indefenso, sin más, tú, tu mismo y tu otra vez, sois los únicos escudos contra todas estas realidades.
Miras hacia atrás y ves la senda pisada, ves el camino recorrido, ves todo su perfil y te acuerdas perfectamente, es más, eres capaz de revivir, cada una de sus curvas, de sus subidas y bajadas, de sus baches y de todos esos obstáculos en el camino, y miras hacia adelante y todo vuelve a ser algo que ha de venir y eres incapaz de predecir qué vendrá, cuándo vendrá o de qué vendrá acompañado. La vida... otra vez.
El tiempo, creo yo, al fin y al cabo no es que lo ponga todo en su lugar, sino que con el tiempo llega un día en que lo ves todo en frío, desde fuera, con una objetividad inquebrantable, y es entonces cuando te das cuenta de todo, del cuándo le fallaste, de a quién fallaste, de qué se te escapó, de qué perdiste, de qué te olvidaste, de qué o de quién dependías...