En lo personal soy alguien fácil de engañar, fan de los planes de última
hora y de apuntarse a bombardeos, ideólogo bomberil por excelencia, capaz de
perseguir historias y sueños por todas las calles del mundo si es necesario.
Con bien poquito suelo ser feliz y los detalles de mi alrededor me fascinan.
Amo las pequeñas cosas, como bucear bajo mi edredón las mañanas heladas de
invierno sin despertador, un vasito de leche con nesquik antes de irme a
dormir, las carcajadas imparables o las sonrisas imprevistas que te pillan por
sorpresa. Aunque discutir conmigo sea algo complicado, sea algo tozudo y
bastante desastre y despistado, soy buen chico.
En lo social muero y mato por los míos, me desvivo por nuestra felicidad y
nuestro día a día porque nuestra amistad lo vale. Soy alguien muy sociable,
capaz de encajar en cualquier sitio y sentir que puedo aportar mi granito de
arena dónde sea y cómo sea.
En lo sentimental, suelo enamorarme y desenamorarme del aire, también suelo
encariñarme y darles alas mentales a historias que, ni han empezado todavía, ni
muchas de ellas llegaran a empezar. Aunque mi experiencia personal, me dice que
soy lo más parecido a una pastilla para el dolor de cabeza: tomada a su debido
tiempo y en sus dosis correctas, puedo curar cualquier cosa, hasta que uno se
acostumbra a las pastillas y pasan a ser inútiles.
En la intimidad suelo deconstruirme, reconstruirme, derrumbarme,
construirme de nuevo y avanzar siempre. También soy de pensar mucho, de
discutir bastante con mi almohada y escribir, esto último siempre ha sido el
escape de un mundo que, a veces, me cuesta mucho entender.
Vaciarse a uno mismo asusta, pero vale la pena. Aquellos que no se conocen
a si mismos, son los primeros en caer ante la vida.
SDLP