miércoles, 5 de septiembre de 2018

Yo mismo




En lo personal soy alguien fácil de engañar, fan de los planes de última hora y de apuntarse a bombardeos, ideólogo bomberil por excelencia, capaz de perseguir historias y sueños por todas las calles del mundo si es necesario. Con bien poquito suelo ser feliz y los detalles de mi alrededor me fascinan. Amo las pequeñas cosas, como bucear bajo mi edredón las mañanas heladas de invierno sin despertador, un vasito de leche con nesquik antes de irme a dormir, las carcajadas imparables o las sonrisas imprevistas que te pillan por sorpresa. Aunque discutir conmigo sea algo complicado, sea algo tozudo y bastante desastre y despistado, soy buen chico.

En lo social muero y mato por los míos, me desvivo por nuestra felicidad y nuestro día a día porque nuestra amistad lo vale. Soy alguien muy sociable, capaz de encajar en cualquier sitio y sentir que puedo aportar mi granito de arena dónde sea y cómo sea.

En lo sentimental, suelo enamorarme y desenamorarme del aire, también suelo encariñarme y darles alas mentales a historias que, ni han empezado todavía, ni muchas de ellas llegaran a empezar. Aunque mi experiencia personal, me dice que soy lo más parecido a una pastilla para el dolor de cabeza: tomada a su debido tiempo y en sus dosis correctas, puedo curar cualquier cosa, hasta que uno se acostumbra a las pastillas y pasan a ser inútiles.

En la intimidad suelo deconstruirme, reconstruirme, derrumbarme, construirme de nuevo y avanzar siempre. También soy de pensar mucho, de discutir bastante con mi almohada y escribir, esto último siempre ha sido el escape de un mundo que, a veces, me cuesta mucho entender.

Vaciarse a uno mismo asusta, pero vale la pena. Aquellos que no se conocen a si mismos, son los primeros en caer ante la vida.







SDLP

domingo, 29 de julio de 2018

Historia de Santes



Y el aire
sabía a agua,
el ambiente sabía a agua,
el espacio entre nosotros también y tú,
tú sabías a agua.

Miraras donde miraras todo era agua:
las farolas, las luces, el escenario y tú.

Olieras lo que olieras todo olía a agua:
la hierba, el suelo, mi aliento y tú.

Y ni estábamos en el mar,
ni en ninguna piscina;
estábamos en una plaza cualquiera
de una ciudad distinta,
en unas fiestas ajenas.

Y no nos conocíamos,
pero ambos salimos dispuestos a disfrutar la noche 
y dormir en los coches,
y acabamos por disfrutarnos a nosotros mismos,
después de un hola entre chaparrones controlados,
cuatro risas,
y un suicidio sentimental
ante el debate entre besarte o no besarte.

Estábamos solos,
rodeados de todo el mundo,
pero ellos iban a su rollo y nosotros,
nosotros al nuestro.

Y sabíamos a agua.




SDLP

lunes, 16 de julio de 2018

Música




‘Música’ es la mejor definición para ‘vida’ que conozco. (‘Qué bien que en mis pupilas siga entrando luz del sol, que bien que en mi cerebro se produzcan intercambios de información, qué a tiempo te pusiste en medio.’ Qué bien – IZAL)

Significa momentos, caricias, engaños, escapismos, magia, lluvias, fiesta, Sol, frío y calor, playa y montaña. (‘Closing time, open all the doors and let u out into the world. Closing time, turn all of the lights on over every boy and every girl. Closing time, one last call for all so finish your whisky and beer. Closing time, you don’t want to go home but you can’t stay here.’ Closing time – Semisonic)

Significa crecer, hacerse mayor o empequeñecer, dudar, madurar o revivir al enano que se esconde en nosotros, tras todas esas normas sociales que nos rodean. (‘Vuelves a diario, por que el hambre va por barrios, el problema es que te gusta reincidir.’ A dónde ir – Viva Suecia)

Significa nacer y morir, o querer nacer y morir, o ser capaz de nacer y morir a la vez, o por separado, o a la inversa. (Nuvole bianche – Ludovico Einaudi)

Significa cada error y acierto en nuestras vidas, cada persona ganada y perdida, cada enfado, sonrisa o indiferencia. (‘No ves que lo nuestro es raro sigue intacto en mil pedazos y no logra romperse’ Noches reversibles – Love of Lesbian)

Significa amor, odio, bondad, malicia. Realidad y ficción. Sueños y pesadillas. Pasado, presente y futuro. (‘Llevo lo de ayer a cuestas, mas te quiero me quedé mirándote, a duermevela, desconozco bien tu nombre, calzas más de un 36, hueles a azahar también, sé que bebes ron a secas.’ Más de un 36 – Andrés Suarez)

Significa, en definitiva, vida. Y es que a lo largo de todos nuestros días siempre nos viene alguna canción a la cabeza, alguna melodía, alguna estrofa, grito o silencio, pero siempre musical. Si echamos la vista atrás, somos capaces de identificar todos nuestros mejores y peores momentos y, normalmente, estos vienen acompañados de canciones y al revés, a veces escuchamos alguna canción que nos traslada a algún momento en especial, bueno o malo, haciéndonos revivirlo con pelos y señales y transportando nuestra balanza emocional de un lado hacia otro. (‘Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar o empezar.’ Copenhague – Vetusta Morla)


Música y vida = vida y música



PD: no olvides jamás tus cascos en casa.



SDLP

lunes, 29 de febrero de 2016

Un Gin tonic, por favor.




Dejaré que sea la Ginebra quien te cuente, de mi boca, todo aquello que soy incapaz de decirte.

Que sea ella, transparente como tú, quien te diga que no sé dejar de sonreír cuando escucho tu vocecita de fondo, allí, al otro lado de una mesa gigante, en una sala repleta de locos como nosotros.

Que sea su mezcla perfecta, la siempre amarga tónica, como tú, quien te diga que lo siente por perseguirte entre sueños, quimeras y somnolencias, quien adopte la postura de culpable por no entender ese primer ‘no’ camuflado entre vientos cálidos para no ser tajante como el frío invierno.

Que sea el pequeño toque ácido de las trazas de limón, como nosotros, quien te cuente con más o menos gracia que dentro de mí siempre hubo esa ‘ácida’ esperanza de cambio.

Finalmente, que sea el hielo, frío, como nuestras decisiones, quien congele allá donde sea este tenso momento, este impasse entre el bajar la cabeza al verte por vergüenza y levantarla para saludarte de nuevo, habiéndolo dejado todo atrás.


Que sea, pues, este gran combinado de mil variantes, quien te diga que lo siento, que siento haberme fijado en ti, pero que aún siento más que tú no te hayas fijado en mí. 




SDLP

viernes, 1 de enero de 2016

La Ola


El inmutable siempre eres tú. El que persiste siendo el mismo, el que sigue su corriente. El resto… ¿el resto? El resto se empeña en tirar por el suelo hasta las nubes y, así, cuesta todo el doble de lo que debería.

El inmutable, el que sigue adelante, el que se rige por sus decisiones y no por las de los demás. Al final, eres tú, no hay vuelta atrás en tus principios o deseos. Todo sigue adelante, cual ola que rompe con fuerza en cualquier costa o, incluso, en medio del mar.

Inmutable a lo que pase, a lo que llegue, a lo que surja de la nada y quiera derribar su estado o romper su destino antes de tiempo. Ahí sigues, porque supones que es lo que toca y supones que, aunque tu experiencia demuestra lo contrario, toca seguir adelante y no arrepentirse. Aunque a veces te arrepientes, te arrepientes y duele pero hay que seguir. Hay que ser como la ola, hay que romper cuando toca y no cuando los demás decidan, la Ola…

Sobrevives, o eso supones, aunque sobrevivir sea más típico de cobarde que de valiente luchador como te sueles repetir que eres, pero toca, toca afrontar que no eres el valiente que quieres ser ni el único que decide, y cuando otros deciden aquello que uno no quiere: duele. Y toca sobrevivir, sobrevivir otra vez y saber que toca levantar cabeza otra vez, sí, otra vez.

Hay algo que no debes olvidar jamás, Ola, y es que las hay capaces de derrumbar imperios, ciudades y países, otras, en cambio, no serían capaces de mover ni una hoja. Cuidado con lo que decides ser porque deberás ser consecuente contigo mismo y con todo aquello que sacudas, pero, sobre todo, contigo mismo. Ya que tú serás tu princesa y príncipe azul y, al mismo tiempo, tu propio cobrador del frac, juez y verdugo.

Y sigues en ello, en no darte por vencido, en luchar, gritar, caer y correr, en volcar coches, caravanas y demás sin temor a represalias, y es ahí, donde la vida suele ser siempre más dura de lo que parece aparentar, donde hay que saber qué clase de Ola se quiere ser y estar bien convencido de ello.
No dudes, costará. Dolerá. Romperá. Pero has de saber que el inmutable debes seguir siendo tu, pese a lo que el mundo aparente querer saber sobre ti,


Ola.





SDLP

martes, 10 de febrero de 2015

Miedo




Creo que se le llama miedo. No a las decisiones o a la vida o a uno mismo, sino a todo lo que nos rodea.

Miedo a seguir creciendo, sin saber del cierto si quien ves en el espejo es, en realidad, el proyecto de la persona que quieres llegar a ser. Cada decisión tomada es una muesca más en la pared tras de ti, imborrable y crítica, con un alto grado de repercusión en tu presente, futuro y eternidad. Miedo. A ver en ese espejo tu armadura hecha escombros y sentirte desnudo o a trozos.

Temor a la conectividad, conexiones cerebrales inexplicables, preciosas, únicas, acojonantes. A los destellos por los que se daría lo que hiciera falta por seguir, por volver a ver o volver a vivir. Significado de dependencia, de falta de control total sobre tus sonrisas y lágrimas. De capacidades decisorias compartidas queriendo o sin querer, de explicaciones necesarias.

Díganme, ¿Quién quiere esto? Lo quiere quien de repente es abrumado por todo ello. Cuando la tormenta de verano llega te empapa corras lo que corras, no se la ve venir, ni la preceden los nubarrones ni el viento, ni el olor a humedad si quiera, pero llega y cuando lo hace cala hasta los huesos. Hay a quien le gusta andar bajo la lluvia y sus sorpresas, hay que ir con cuidado, las tormentas de verano son las que dejan más desastres tras de sí. También hay a quien no les gustan y se esconden de ellas hasta que remiten y se esfuman, dejando solo los charcos que el Sol secará sin más.

          Miedo, ya sea a la lluvia o a la vida que llega de golpe y el cómo afrontarlo.
          De cara, a por ello, a comerse el mundo
          De espalda, contra ello, a huir del mundo

Miedo, sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro o mal, sea REAL o IMAGINARIO



"El temor es a menudo una indicación de que huyo de mí" Hugh Prather



 SDLP

martes, 12 de junio de 2012

La senda recorrida y lo que queda


A veces te das cuenta, haciendo memoria, repasando hechos y releyendo escritos, que algo hiciste mal, que tu forma de actuar o pensar en cierto momento crítico en la vida de una relación, ya sea amistosa o amorosa, fue errónea y le das mil vueltas al motivo.

porque a veces actuamos tal cual nos sale de dentro, a veces las cosas llegan y tratas de adaptarte, otras veces, algunas reacciones no entran dentro de tu horquilla de opciones y te ves abrumado, atontado ante la clara visión de que lo próximo que saldrá de tu boca, o que escribirán tus manos, será una idiotez, algo fuera de lugar, algo que no te corresponde, pero será eso. no lo sabemos todo, u aún menos cuando se trata de una interacción humana en donde además de tus tropecientas visiones de como puede ir todo, se suman, o incluso se multiplican las suyas.

es curioso como llegados a este punto, las infinitas preguntas sin respuesta, esos precipicios sin fin que se cernían ante ti entonces, ahora se responden solos y te dices: ahora lo entiendo todo. Es la vida, quizás el destino, mirar hacia delante y verlo todo tan confuso, preguntarte constantemente por qué, ver como va llegando todo sin sentido y echar la vista atrás y ver que todo encaja, darte cuenta de que todo sucedió porque debía suceder así. La vida...

las decisiones tomadas con prisas, las hogueras apagadas a pisotones, las frases a medias, las escusas, las puertas mal cerradas... de golpe vuelven todas juntas golpeando contra ti, cual marea enfurecida por un movimiento sísmico o una tormenta espeluznante o un viento arrollador, y tu estás indefenso, sin más, tú, tu mismo y tu otra vez, sois los únicos escudos contra todas estas realidades.

Miras hacia atrás y ves la senda pisada, ves el camino recorrido, ves todo su perfil y te acuerdas perfectamente, es más, eres capaz de revivir, cada una de sus curvas, de sus subidas y bajadas, de sus baches y de todos esos obstáculos en el camino, y miras hacia adelante y todo vuelve a ser algo que ha de venir y eres incapaz de predecir qué vendrá, cuándo vendrá o de qué vendrá acompañado. La vida... otra vez.

El tiempo, creo yo, al fin y al cabo no es que lo ponga todo en su lugar, sino que con el tiempo llega un día en que lo ves todo en frío, desde fuera, con una objetividad inquebrantable, y es entonces cuando te das cuenta de todo, del cuándo le fallaste, de a quién fallaste, de qué se te escapó, de qué perdiste, de qué te olvidaste, de qué o de quién dependías...