miércoles, 26 de enero de 2011

Ruido


Hoy he vivido mi chiquicien día sobre la faz de la tierra y aun en él he notado que hay muchas cosas que no alcanzo a comprender y sobretodo, que me siguen sorprendiendo, y es que resulta magnífico que con los años que tengo y lo que he visto, algo tan usual y diario como el propio ruido siga dando más de si.
Hay muchos tipos de ruido, hay ruidos que desconciertan, que asustan, que enfurecen e incluso hay ruidos que provocan más ruidos, pero también están aquellos ruidos que alegran, que te hacen recordar y que pueden llegar a tranquilizarte ayudándote a sumergirte en él, y sobre todo de este último tipo de ruido me gustaría hablar, ya que es el que más me sorprende.
Es un tipo de ruido que te aísla del mundo formando parte al cien por cien de él, es una situación perfecta, en la que parece que aun y pudiendo cortar el estrés y los nervios con un cuchillo, tu no formes parte de todo aquello, como si la historia no fuera contigo y como si pudieras incluso sonreír en una situación más que adversa, culpable de ese momento, de todo ese ruido, de todas esas bocas hablando en alto, tapándose unas a otras incluso gritando.
Sin duda es la típica situación en la que el mal estar se contagia a una velocidad tremenda y los nervios circulan a la velocidad de la luz por dentro de nuestras más que cansadas cabezas, pero en esa situación, si consigues sumergirte en el ruido del ambiente parece que todo desaparezca, si te alcanza la fuerza como para sacar de tu mente ese examen, esa práctica o esa entrega que provoca todo ese sarpullido de voces inundando e incluso sustituyendo el oxigeno de ese pasillo, solo si lo logras, podrás disfrutar de él.
Lo mejor, quizás, es el no poder centrarte en ninguna de esas voces ni conversaciones, es faena imposible si no puedes fijarte en algunos labios que te guíen, que te descifren sobre qué va esa conversa. Por eso y solo por eso, decido cerrar los ojos, hacer ver que todo eso no va conmigo y dejar que todo ese ruido se meta en mí, me inunde y me tranquilice por ambiguo que parezca.
Probablemente ayer, antes de un gran examen de una asignatura muy jodida se me apareció una bellísima musa en forma de ruido estremecedor y ahora lo quiero, querría volver a ese momento para saborearlo mejor, y es que no todos los días se te aparecen musas porque si. Y ahora me encuentro como siempre, buscando pistas de audio sobre situaciones en que la gran cantidad de conversas que existen se tapan las unas a las otras y eso provoca ese gran ruido, ese gran momento.
Y al fin y al cabo volvemos a la cruda realidad, los seres humanos tenemos la gran capacidad de tener, perder y después querer disfrutarlo cuando ya no es nuestro.



SDLP

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